viernes. 26.04.2024

La inteligencia del corazón

El corazón no solo segrega hormonas, sino también neurotransmisores como la noradrenalina, la dopamina y la oxitocina. Es más, tiene un sistema nervioso propio y complejo, formado o constituido por más de 40.000 neuronas que operan de forma independiente de las del cerebro y del sistema nervioso central

La inteligencia del corazón
La inteligencia del corazón

Mucha gente lo ignora, pero el corazón, músculo que bombea la sangre para distribuirla por el cuerpo, a razón de unos 7500 l por día, también tiene funciones endocrinas. Aún mas, el corazón tiene su propio “cerebro”, que le permite actuar de forma autónoma. Estamos pues ante una nueva concepción de la fisiología del corazón, que es clave para explicar algunos aspectos de la conducta humana, como la acción terapéutica de la música, las cambios de conducta observados en personas transplantadas y el principio mismo de nuestras emociones e intuiciones.

Así reza en un articulo de la revista Discovery Dsalud, en su nº144, Editorial MK3 S. L., a la cual estoy suscrito, desde el inicio de su publicación.

Además de ser el músculo que bombea la sangre, el corazón segrega hormonas que controlan la tensión arterial, ayudando a regular los riñones y contribuir a solucionar una insuficiencia renal.

El corazón no solo segrega hormonas, sino también neurotransmisores como la noradrenalina, la dopamina y la oxitocina. Es más, tiene un sistema nervioso propio y complejo, formado o constituido por mas de 40.000 neuronas que operan de forma independiente de las del cerebro y del sistema nervioso central.

Por sorprendente que pueda parecer, hoy sabemos que estas neuronas cardíacas, procesan y generan su propia información y se comunican con el encéfalo a través de fibras nerviosas que lo unen con la médula espinal.

De hecho los especialistas saben perfectamente, que en un transplante no es posible efectuar, en su debido tiempo, todas las conexiones nerviosas que serían necesarias. Sin embargo el corazón transplantado se pone a funcionar, en cuanto le colocan en su sitio y le hacen las conexiones venosas y arteriales. Lo cual solo es posible si hay un sistema nervioso propio y autónomo. Al cabo de varias semanas crecen nuevas terminaciones nerviosas, entre el corazón transplantado y el propio sistema nervioso central, pero mientras tanto, este trabaja de forma autónoma  utilizando su propia inteligencia.

En el año 2010 la Universidad de Oxford realizó un compendio  de centenares de estudios sobre Neurocardiología. Del enorme número de datos existentes y en fase de estudio, se pueden extraer las siguientes conclusiones:

La enorme mayoría -cerca del 65%- de las células del corazón, son células nerviosas iguales a las del cerebro. Mantienen contacto con todo el cuerpo a través de fibras nerviosas, que le conectan con el sistema nervioso central –vía médula espinal- y con el sistema nervioso autónomo-vía nervio vago-, así como a través de sus numerosos receptores a hormonas y neurotransmisores.

El corazón en cada latido produce 2.5 watios de energía, generando un potente campo electromagnético. Al punto de que es ¡5000 veces mas potente que el del cerebro!. De hecho es el mas potente de todo el cuerpo. Este campo electromagnético, cambia en función de nuestras emociones y puede volverse caótico cuando estamos estresados, enfadados, frustrados y sobre todo cuando sentimos miedo. En cambio se muestra ordenado con emociones como la gratitud, el perdón, la compasión o el amor. Este campo es de tal intensidad que, con los aparatos adecuados, puede detectarse de 2 a 4 m del cuerpo.

Hay datos suficientes para pensar que el ritmo cardíaco normal, favorece las funciones de la corteza cerebral y en particular la claridad mental y la creatividad. Es posible que esto se traduzca en esa sensación de que las emociones emanan mas del corazón que del cerebro.

A la vista de los datos analizados, parece obvio que con su propia e independiente red neuronal y sus segregaciones y receptores de neuropéptidos, el corazón pueda aprender, recordar, percibir y gestionar sus propias funciones y la relación de las mismas con el resto del organismo. Lo cual explicaría los cambios surgidos en muchas personas, después de recibir un transplante de corazón.

Sin embargo hoy en día los neurólogos, obsesionados con el cerebro, dan la impresión a menudo, de considerar a este órgano, como único y último ejecutor y responsable del comportamiento humano. Una convicción que los mas recientes descubrimientos científicos están poniendo en entredicho y que renueva las antiguas creencias que el  corazón y no el cerebro es el depositario de nuestra inteligencia emocional. 

    Fue el físico y filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662), quien dijo: “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Dando a entender que muchas veces los sentimientos van por un camino distinto al que dicta nuestra mente.

“Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón” (El Principito).

Hasta otro día amigos.

Un abrazo.

Agustín 

La inteligencia del corazón