miércoles. 08.05.2024

Vacunarse

No se informa convenientemente de los efectos de las vacunas. De hecho, no se informa, ni de que está hecha,  que componentes lleva, que “cura”, que beneficios reales tiene, que efectos secundarios produce. No se informa de nada

Las vacunas
Las vacunas

Hay padres que vacunan a sus hijos desde el nacimiento porque creen que es obligatorio. Otros lo hacen “por si acaso”; o porque “todos” lo hacen. La mayoría, en realidad, ni siquiera se lo ha planteado nunca. Y me parece perfecto, si eso es lo que quieren para sus hijos. Lo que ya no me parece tan perfecto es que, a los que no vacunamos, se nos exijan constantemente explicaciones, argumentos médicos contrastados por estudios científicos de laboratorio, preferiblemente. Algunos médicos incluso piden que se les entregue un documento firmado por los padres responsabilizándose de las consecuencias de no vacunar a sus hijos.

La vacunación infantil, y la de adultos, salvo casos excepcionales, en España, no es obligatoria. Sin embargo, la información facilitada por las administraciones públicas induce a error a muchos padres (y, cuando digo padres, me refiero también, y sobretodo, a las madres).

No se informa convenientemente de los efectos de las vacunas. De hecho, no se informa, ni de que está hecha,  que componentes lleva, que “cura”, que beneficios reales tiene, que efectos secundarios produce. No se informa de nada.

La Naturaleza ha dotado a los niños de un sistema inmunitario que, en condiciones normales, está preparado para combatir  las enfermedades infecciosas. Siempre, claro, que reciba el debido cuidado: la alimentación, empezando por la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses y prolongada hasta el destete voluntario, la higiene y un entorno afectivo adecuado inciden directamente sobre la maduración del sistema inmunitario y, por tanto, sobre el estado de salud de las personas.

Pero la realidad es que determinadas vacunas están compuestas por sustancias que pueden resultar tóxicas para algunas personas debido a su acción alérgena y, además, ni siquiera puede garantizarse que eviten el contagio. En cambio, enfermedades como el sarampión o la varicela, cuando se pasan sin vacunar (porque uno no se muere de eso), son inmunizaciones de por vida.

Mucho del éxito atribuido a los programas de vacunación realmente puede haber sido debido a la mejora en la salud pública relacionada a la calidad del agua y la higienización, condiciones de vida con menos hacinamiento, buena nutrición y mejores estándares de vivienda. Típicamente la incidencia de una enfermedad estaba claramente disminuyendo antes de que introdujeran la vacuna para esa enfermedad. En Inglaterra por ejemplo, la incidencia de polio había disminuido en un  82% antes de la introducción de la vacuna en 1956 y así ha sucedido con muchas otras vacunas.

Ahora bien,  cabría preguntarse: ¿Las Vacunas Previenen Realmente la Enfermedad?

Esta importante pregunta no parece haber sido jamás estudiada adecuadamente. Las vacunas son enormemente rentables para las compañías de las drogas, que eso son realmente las medicinas, y la reciente legislación en  EE.UU. ha eximido de las demandas legales a las empresas farmacéuticas en caso de reacciones adversas a las vacunas, que son muy comunes.

En 1975, Alemania dejó de obligar la vacunación contra la  tos ferina. Hoy, menos del 10% de los niños alemanes se vacunan contra la tos ferina. El número de casos de tos ferina ha decrecido firmemente, aunque muy pocos niños reciben ya la vacuna de tos ferina. 

Los brotes de sarampión han ocurrido en escuelas de EE.UU. después de vacunarse, en proporciones de 98%, incluyendo en áreas que no habían informado ningún caso de sarampión durante años. Al subir la tasa de inmunización contra el sarampión a altos niveles, el sarampión se vuelve una enfermedad sólo vista en las personas vacunadas. Un brote de sarampión importante, ocurrió en una escuela donde se habían vacunado el 100% de los niños.

Walene James, el autor de “Inmunización: la Realidad Detrás del Mito", afirma  que se necesita la respuesta inflamatoria completa  para crear una inmunidad real. Antes de  la introducción de las vacunas de sarampión y paperas, a los niños les daba sarampión y paperas, y en la gran mayoría de los casos estas enfermedades eran benignas. Las vacunas "engañan" al cuerpo para que no monte una respuesta inflamatoria completa al virus inyectado.

Concluyendo, a los padres que no vacunamos a nuestros hijos, se nos pide toda clase de explicaciones y hasta papeles firmados haciéndonos responsables de lo que les pueda suceder a nuestros hijos. Pero !!Si ya lo somos!! Y ellos no.

Todavía no tengo noticia de ningún médico que haya firmado un documento responsabilizándose de las consecuencias de vacunar a los niños. Y sus efectos si que son graves.

La próxima semana más…

Hasta otro día amigos.

Un abrazo.

Agustín.

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