jueves. 28.03.2024

La encina (Quercus Ilex L.) en la botica serrana

Sus agallas ricas en taninos fueron utilizadas para elaborar la pomada de "la condesa", que reducidas a polvo tenían gran poder astringente y se usaban para comprimir el esfínter que se halle dilatado. La corteza de raices de encina, cocida en agua hasta que se deshaga y aplicada a los cabellos toda la noche, los ennegrece
Quercus Ilex
Quercus Ilex

 Encino, carrasca, carrasco, sardón, azinheira o azinho, son denominaciones que recibe nuestra encina, árbol típico de Extremadura por excelencia.

Árbol perenne, robusto y longebo, puede vivir casi 1000 años, de amplia copa redondeada que puede alcanzar los 25 ó 30 metros de altura, aunque raras veces pasa de los 15.

Tronco derecho o algo torcido, de corteza cenicienta y resquebrajada. Sus ramas abiertas y robustas están cubiertas de hojas que pemanecen en la encina hasta 3 y 4 años, por lo que se mantiene siempre verde.

Hojas simples, alternas y membranosas con forma variada entre redondeada y lanceolada, con bordes dentados, especialmente las desarrolladas en ramas inferiores, que casi terminan en espinas para defenderse del ramoneo de los animales. Su color es verde intenso por el haz y cubiertas de una capa blanquecina por su cara inferior.

Tiene flores masculinas y flores femeninas en un mismo individuo, las primeras se producen en gran número llegada la primavera, en amentos colgantes al final de sus ramas, otorgandole un característico color amarillento.

Su fruto, que madura en octubre, es la bellota, alargada y ovoide que nace sobre un pedúndulo corto y con base en una cúpula o cascarón en forma de dedal con escamitas color ceniciento.

Se trata de un árbol muy resistente a todo tipo de suelos y a la sequía, por ello vive en tierras extremas donde el clima varía mucho de invierno a verano.

Virtudes

Todas las especies de Quercus son ricas en taninos y fueron aprovechadas para curtir pieles desde tiempos remotos.

Las bellotas de la encina pueden llegar a ser muy dulces según variedades, contienen un 50 % de fécula con azúcares y cierta cantidad de grasa.

Desde siempre se utilizaron para alimentar al ganado, especialmente al cerdo, a cuya carne confiere un sabor inigualable característico de los jamones de bellota.

En cuanto a la alimentación humana, las más dulces pueden consumirse como castañas, incluso en época de hambruna se preparaba pan a base de harina de bellota, que según cuentan salvó a mucha gente de morir de hambre.

Sus agallas ricas en taninos fueron utilizadas para elaborar la pomada de "la condesa", que reducidas a polvo tenían gran poder astringente y se usaban para comprimir el esfínter que se halle dilatado.

La corteza de raices de encina, cocida en agua hasta que se deshaga y aplicada a los cabellos toda la noche, los ennegrece.

La madera de encina, de lento crecimiento es maciza, dura y fuerte, por ello es la mejor leña que existe, sus brasas duran más tiempo y dan más calor que ninguna otra, aunque la de roble se le aproxima bastante.

Aunque le gustan más los terrenos secos, puesto que no tolera el encharcamiento en sus raíces, también podemos encontrarla por nuestra Sierra de Gata, sobretodo en crestas rocosas mezclada con alcornoques y por supuesto en las dehesas.

Como curiosidad, advertiros que existe una especie híbrida originada de la mezcla entre una encina y un alcornoque, llamada mesto (Quercus morisii), que destaca en las dehesas por su elevada altura, posee un tronco algo acorchado como el alcornoque y una hoja como la encina.

Pocos árboles han aportado tanto al hombre a lo largo de su existencia como la encina, leña para calentarnos, miel de sus flores, bellotas para nuestra alimentación y la de nuestros animales; y sobretodo ese grandioso ecosistema creado por el hombre denominado "dehesa", ejemplo de economía sostenible y lugar de encuentro entre el hombre y la naturaleza.

La encina (Quercus Ilex L.) en la botica serrana