jueves. 02.05.2024

Lentamente el otoño se va desvaneciendo, se diluye en la corriente de días que arrastra este año a su final, que nos aproxima inexorablemente al solsticio de invierno. Es este momento, en el que a mi memoria se allegan, dejándose caer uno a uno, los diferentes sonidos, imágenes, aromas... que nos ha ido dejando esta estación. Entretanto, las últimas hojas de los árboles se resisten a desvanecerse, componiendo en su caída, un triste lamento que contrahace el tañido de un nostálgico arpa, evocador de nostalgias. Y es así como otros sonidos... ecos que se repiten a lo largo del año, ecos que una vez más vuelven a ocupar su espacio, ecos que cabalgan sobre el aire embriagador de la Sierra, ecos que saltan y rebotan de pueblo en pueblo hasta perderse entre las montañas... .

Son estos sonidos los que componen el paisaje sonoro de nuestras villas y pueblos en el umbral del invierno. Unas campanas ejecutan un toque lento y plañido:

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toque de difuntos para indicarnos una nueva ausencia, otra pérdida más. Junto al sonido de las campanas, el repiqueteo de las gotas de agua en un día de lluvia, que se graba sobre nuestras calles, insinuando un sonido jazzy, como el que producen las escobillas deslizándose suavemente a través del “parche” de la caja... y que decir cuando la lluvia acompaña la noche y nos atrapa durante el sueño... El susurrar del aire, que se vuelve más frío y palpable en el silencio de la noche.

Pero no todo son sonidos taciturnos y melancólicos. Acompañando a éstos, son arrastrados otros más joviales y bulliciosos. Si uno fija bien la atención, también puede descubrir las risas y la algarabía que durante el día, bien sea a la entrada o salida, y de manera especial durante el recreo, producen nuestros dagales, sus gritos y risas, sus carreras y juegos... entretanto los ladridos de algún perro advierten a un caminante que no es bien recibido, o tal vez sea la llamada de un nuevo bando la que rompa con la monotonía de un día más de este otoño que acaba, de un año más que pasa... cada vez con más premura.

Paisajes Sonoros IV: Mientras caen las últimas hojas