domingo. 05.05.2024

El enigmático caso del robo de las aes

“Extraño robo de las aes de la redacción de Sierra de Gata Digital” –tituló uno. “Roban la letra “a” de Sierra de Gata Digital –acertó a titular otro. “Sierra de Gata Digital puede verse abocado al cierre al quedarse sin “aes” –tituló otro más pragmático.

 

 

El robo de las aes
El robo de las aes

Cuando llegó a la redacción del periódico e intentó introducir la llave en la cerradura de la puerta, supo que estaba abierta. La empujó y entro despacio, muy despacio. Una vez dentro pudo comprobar que todo estaba revuelto. Las sillas desordenadas, los teclados descolocados, los cajones abiertos… En los tablones de seguimiento continuaban colgadas las notas que el día anterior había colocado para el montaje de la edición. Nada en ellas se echaba en falta.  

La directora avisó inmediatamente a la policía, con los nervios propios de quien hace algo a lo que no está acostumbrada. Sintió como se descolgaba el teléfono al otro lado de la línea.

-- Buenas tardes, mire yo quería…

-- Buenas tardes, está usted hablando con la guardia civil –me contestó una voz metalizada-, su conversación será grabada por cuestiones de seguridad. Pi, pi… Buenas tardes le habla el agente Agustín del Haro. ¿En qué puedo ayudarle?.

-- Buenas tarde, mire yo quería denunciar un robo.

-- ¿Le han robado a usted?.

-- Bueno no exactamente, han entrado en la redacción del periódico y han toqueteado todo.

-- Toquetear no es robar. ¿No ha echado nada en falta?.

-- De momento no.

-- Entonces no es un robo, si han entrado en su local sin su consentimiento, es allanamiento de morada.

-- Tiene usted razón, agente. Me pareció tan raro que entren y no se llevan nada que inmediatamente pensé en el robo.

-- Lo importante ahora es que usted no toque nada hasta que el local sea revisado. Le envío a una pareja de compañeros para que redacten atestado y recopilen pruebas.

-- Buenas tardes, guardia civil –se presentó un cabo al llegar a la redacción.

-- Buenas por decir algo. Pasen pasen.

-- ¿Ha tocado usted algo? –inquirió el cabo.

-- Lo imprescindible, la puerta de entrada, el teléfono –dijo pensativa la directora.

-- ¿Ha entrado alguien más?.

-- Eso es lo que estamos averiguando, cabo.

-- Me refiero a sus compañeros de trabajo. ¿Ha dejado usted entrar a alguien más?.

-- No, no. Están todos fuera, esperando acontecimientos.

-- Bien. Quédese con nosotros mientras levantamos el atestado.

-- ¿Tienes algo Gómez? –preguntó el cabo tras dos horas de reconocimiento del local.

-- Apenas nada, mi cabo, -contestó desilusionado el agente-, dos o tres huellas dactilares que me temo sean de la directora.

-- Esto es más raro que una vaca verde –pensó en voz alta el cabo-, ¿A qué coño entran a un local como este para no llevarse nada?. ¿Por qué se esmeran en no dejar huellas, ni rastro de su existencia?.

-- Todo ladrón que se precie deja una impronta –dijo el agente.

-- Pues este no. ¡Directora!.

-- ¿Si?.

-- ¿Tienen cámaras de seguridad?.

-- Para eso estamos, con la crisis que tenemos –contestó la directora con un tono irónico.

-- ¿Y los locales de enfrente?.

-- Aquí nadie tiene de eso. Sólo las gasolineras y poco más.

-- ¿Andan ustedes inmersos en alguna información comprometida.?

-- Nada de nada, cabo, las noticias normales y algún que otro artículo de opinión.

-- Han echado en falta algo, algún objeto, algún Cd con documentación…

-- No sabemos, tendríamos que revisar ordenador por ordenador.

-- ¿Nunca antes habían tenido un caso parecido?.

-- No, no… Si, espere hace algún tiempo desapareció el archivo fotográfico. Toda la historia de la Sierra en fotografías, desde que el periódico vio la luz.

-- Eso cuándo fue.

-- En diciembre de 2012. No se me olvida porque me llevé un disgusto grandísimo.

-- ¿Denunciaron el hecho?.

-- No. Pensamos que fue un fallo informático, un virus o algo así.

-- ¿Consiguieron parar la salida del periódico?.

-- No, sólo fue la lamentable pérdida de un archivo de 3.000 fotos.

-- El allanamiento del local fue a la una de la madrugada, mi cabo –dijo el agente Gómez.

-- ¿Cómo lo sabes?.

-- Han dejado un reloj parado justo en esa hora.

-- La una de la madrugada del día uno de enero -elucubró el cabo-. ¿Qué coño me quieres decir?.

-- Mi cabo, mire esto –dijo el guardia señalando el tablón de corcho, con las notas prendidas –era la respuesta que el agente tenía para el cabo.

-- ¿Qué? –contestó el sargento, con gesto de extrañeza, encogiéndose de hombros.

-- Lea, usted, lea.

-- Eso pretendo, pero no sé bien que quieren decir. No las entiendo.

-- No las entiende porque falta una letra.

-- ¿Cómo?.

-- Falta la “a”. Han robado las aes, la primera letra del abecedario.

-- No me jodas que han forzado la puerta de un local sólo para robar una puta letra.

-- Mire el titular: “Sierr de Gt Digitl. Sr Fontn”.

-- La madre que me parió!.

-- Ahora si que no podrán seguir lanzando el periódico.

El cabo cogió el teléfono e informó a sus superiores del extraño caso del robo de las aes en la redacción del periódico. La noticia caló en los periódicos comarcales hasta el punto de enviar corresponsales a la serragatina localidad de Villasbuenas de Gata, para interesarse por el singular acontecimiento.

“Extraño robo de las aes de la redacción de Sierra de Gata Digital” –tituló uno. “Roban la letra “a” de Sierra de Gata Digital –acertó a titular otro. “Sierra de Gata Digital puede verse abocado al cierre al quedarse sin “aes” –tituló otro más pragmático.

El gran aparato de difusión se había puesto en marcha. Todos los diarios de tirada nacional se hicieron eco del robo, asustados de que pudiera ocurrirles lo mismo, a pesar de sus sofisticados sistemas de seguridad. Los artículo de opinión comenzaron a hurgar en el origen del caso, arremetiendo contra los políticos y los bancos por haber permitido que ocurriese tal desastre, dando con ello un giro de gravedad al acontecimiento que consiguió preocupar  a los apáticos políticos

Los dirigentes locales, que hasta entonces apenas se habían preocupado de las dificultades de subsistencia de este medio de prensa, comenzaron a flagelarse por su posible pérdida. Incluso las autoridades provinciales y autonómicas emitieron sendos comunicados lamentando un hecho sin precedentes, del que sólo podían ser culpables los anteriores gobernantes.

Los políticos se tomaron tan en serio el posible cierre de Sierra de Gata Digital que, en una Asamblea celebrada en Hoyos el 21 de febrero de 2014, propusieron una huelga de hambre a todos los alcaldes de la Sierra, culpándose de las penurias económicas de este medio de comunicación antes de sufrir el robo de las aes. Incluso, el presidente de la Comunidad Autónoma llegó a rasgarse las vestiduras y envió a su portavoz, ligada a Sierra de Gata, para congratularse con el equipo de redacción y compartir con ellos su desgracia y preocupaciones.

Los políticos de la oposición, que hasta entonces estaban perdidos por el monte Jálama, pidieron explicaciones y acusaron al gobierno de la Nación de estar detrás de la caída de ciertos medios de comunicación e instaron, mediante proposición no de Ley, la introducción del robo de letras en el código penal, como delito muy grave, al atentar contra la libertad de expresión recogida en la Constitución de 1978. Incluso Alfredo Pérez Rubalcaba, inusitadamente, levantó la voz: “Tenemos que salvar las letras, tenemos que salvar los medios de comunicación –dijo-. ¿Y cómo se hace esto?. Yo desde mi cargo, este con su dinero y aquel escribiendo desde la liberad de expresión.

Incluso la portavoz del gobierno dijo: “Fue un robo en diferido y como fue un robo en diferido, en diferido en forma, efectivamente de simulación o de lo que hubiera sido en diferido, en letras de una, lo que antes era una retribución, tenía que tener una detención. Ahora se habla mucho de indultos, ¿verdad?, pues aquí se quiere hacer una detención, como hay que hacerla, en diferido o en simulación”.

Yo no pienso quedarme sin aes –dijo en una rueda de prensa, el Presidente-. Tras la “ñ”, la “a” es la esencia de lo español y nada de esto hubiese ocurrido si Zapatero no tuviese una “a” más que yo en el apellido y Cataluña, que tal. ¿Os imagináis que ese robo de aes, en un sencillo medio de comunicación comarcal, se extendiera a todo el Estado Español?. Sería un desastre que yo no quiero. Por eso yo voy a luchar para que esto no suceda, sería la muerte de la democracia tal como la conocemos, la imposibilidad de hacer un discurso político inteligible. Pero es que si permitimos que estos terroristas de las letras se salgan con la suya, hoy es la “a”, mañana la “b” y, al final la “z”. No, no, yo ni puedo, ni voy a permitir esto.

La directora no daba crédito a lo que pasaba. Se acercó a uno de los ordenadores y abrió, por el primero de sus artículos, el diario Sierra de Gata Digital: “Sierr de Gt digitl celebr este viernes su segundo cumpleños. L redcción est preprndo un número especil elbordo por los colabordores, lectores, colectivos y sociciones con los que hemos trbjdo estos últimos 730 dís en l red. ¿Te nims? Sólo flts tú”. ¡Dios mío! -fue lo que acertó a decir-, no me rendiré.

En medio de toda esta soflama de los medios de comunicación y de los políticos, la unidad de investigación de la guardia civil continuaba con su trabajo.

-- Dice usted que ha recibido un enigmático anónimo.

-- Así es agente Haro.

-- Lo pondré en conocimiento de la unidad de investigación.

-- Esta es la nota cabo –dijo la directora alargando el papel hacia el Guardia Civil.

--  “Para Santa Bárbara las mañanas daban acampada a la acarambanada. Llamar a campanas, hartas al acatar machadas, mamarrachadas, chabacanadas… Rabadán las palabras”.

-- ¿Qué quiere decir esto Gómez?.

-- Que está todo escrito con aes.

-- Nos ha jodido las tiene todas.

-- Todas no –dijo la directora con una sonrisa templada.

-- ¿Qué?.

-- No se ha llevado la @ de arroba. Escribiremos con @.

-- ¡Genial! –exclamó el agente Gómez aplaudiendo la iniciativa.

-- No cerraremos. No podrán con nosotros.


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